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Aves endémicas de Panamá merecen protección
El país registra alrededor de 12 de estas especies y una de ellas es el singular “perico carato”, único en el mundo y se encuentra en las montañas del Parque Nacional Cerro Hoya, al suroeste de la península de Azuero. Expertos hablan de su importancia y del respeto hacia las aves en el istmo
Aves endémicas de Panamá
Panamá es considerado como el vigésimo octavo país del mundo con mayor diversidad biológica. Sin embargo, en proporción a su pequeño tamaño ocupa el décimo lugar. Actualmente el istmo posee más especies de aves que Estados Unidos y Canadá juntos, de las cuales algunas son nuevas para la ciencia.
De hecho, según la National Audubon Society en Panamá, el país cuenta con alrededor de 12 especies de aves endémicas, y una de ellas es el singular “perico carato”, de nombre científico Pyrrhura eisenmanni o azuero parakeet, un ave que solo se encuentra en las montañas del Parque Nacional Cerro Hoya, con una extensión de 32,557 hectáreas, al suroeste de la península de Azuero.
Su pintoresco plumaje, en color rojo, verde y blanco, lo distingue del resto de las aves. Pese a que no se encuentra en la lista roja de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especie amenazada, la tala de árboles y la caza con fines domésticos podría contribuir en la desaparición de esta ave única en el mundo y que solo tiene Panamá.
Jacobo Lacs, panameño y experto ornitólogo autodidacta, asegura que con apoyo del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) ha introducido a los bosques del país pericos, loros, tucanes de Panamá y guacamayas en peligro de extinción.
“Para el día en que el ‘perico carato’ sea una especie en peligro de extinción, contamos con una técnica dentro del Centro de Conservación, Rehabilitación y Zoológico del istmo para introducirlo en su medio natural”, resalta Jacobo Lacs.
Roberto Aranago, administrador del centro, explica que el propósito del lugar, aparte de conservar y rescatar, es servir como un punto de rehabilitación y custodia de aquellas especies amenazadas.
“En este pequeño sitio ubicado en la costa arriba de Colón, donde el bosque se conjuga con el mar, hemos logrado reproducir exitosamente nuevas especies de aves, de las cuales dos son de Panamá como el tucán de ceja negra (Selenidera spectabilis) y el perico carato de cerro Hoya”, añade Arango.
Jacobo Lacs comenta que también han reproducido la especie de perico denominada Aratinga astec, cuyo rango de distribución empieza en la frontera de Bocas del Toro y pasa por Costa Rica hasta llegar a México, agregando que “el comején o termita es la fuente principal para su reproducción”.
“Existe una realidad: las migraciones de animales, en especial las de aves que se dan desde Alaska, pasando por Canadá, Estados Unidos hasta la Argentina, son en muchos casos animales de nieve.
Sin embargo, migran porque no hay comida en la temporada de invierno. Por lo general, estas aves viven la mitad del año en climas calientes o tropicales húmedos como Panamá, así que es un asunto de alimentación y de hábitat, no tanto de la temperatura”
“Estas aves hacen sus nidos dentro de la casa de este insecto, que por lo general está en los árboles altos, y con ello se aseguran de que ningún depredador pueda entrar al comején a comerse las crías”, admite Jacobo Lacs.
Otras especies de aves que también se reproducen en el centro de conservación para luego ser trasladadas a su hábitat natural son el saltarín de Panamá, del que actualmente existen 10 especies, así como: cotinga azul, tangara de Panamá, eufonia piquigruesa (bin bin) y las llamadas palomas de piso, de las cuales Panamá cuenta con la mayor cantidad de especies en el mundo.
Igualmente se pueden hallar aves de clima frío, como el quetzal, y es que según Jacobo Lacs es un mito o una falsa teoría que las aves de clima frío no pueden vivir en medios cálidos.
“Existe una realidad: las migraciones de animales, en especial las de aves que se dan desde Alaska, pasando por Canadá, Estados Unidos hasta la Argentina, son en muchos casos animales de nieve. Sin embargo, migran porque no hay comida en la temporada de invierno.
Por lo general, estas aves viven la mitad del año en climas calientes o tropicales húmedos como Panamá, así que realmente es un asunto de alimentación y de hábitat, no tanto de la temperatura”, puntualiza Jacobo Lacs.
Por su parte, Arango enfatiza que la sociedad tiene el deber de honrar la preservación de las especies nativas de Panamá, porque son un legado de la naturaleza, y ese “legado hay que traspasarlo a las generaciones futuras para que sigan conservando y cuidando a los animales silvestres del país, como fuente de riqueza y belleza natural”.