La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños
La historia de la familia Barrigón retrata el escenario de muchos hogares panameños en medio de la crisis sanitaria, cuando niños y adolescentes experimentan carencias en nutrición, educación y acceso a la salud.
Situación de la pobreza extrema en las familias durante el covid-19 en Panamá
Dos niñas que no superan los tres años. De rasgos indígenas y mirada cálida. Se alimentan con un pedazo de dulce y un tercio de leche, y caminan con los pies descalzos por las veredas de concreto de la empobrecida comunidad de Kuna Nega, zona perimetral del vertedero de cerro Patacón, que a pesar de estar dentro de la ciudad de Panamá, su paisaje se aleja del desarrollo que se presume en la metrópoli.
En el rostro de estas niñas se dibuja la pobreza extrema, porque la difícil condición que antes llevaban a cuestas, ahora se recrudece en medio de la propagación de la enfermedad covid-19, que ha causado la muerte de más de mil personas en su país.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
El lente del reportero gráfico de La Estrella de Panamá, Roberto Barrios, captó la escena de una donación de alimentos en la comunidad. Una altruista dama desató la alegría de los niños y adolescentes, que en ocasiones se acuestan sin probar alimentos, porque a estos hogares, desde hace más de un mes, no ha llegado la ayuda solidaria que el gobierno ha ofrecido para paliar los impactos de la pandemia del covid-19.
Sentados sobre un tanque, los abuelos de las niñas relataron a este diario que esperan el bono solidario de $100. Una cifra que cuando llegue, debe alcanzar para un mes de alimentación a una familia. Son tres niñas y dos niños (de entre uno a 10 años de edad), y cuatro adolescentes.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
Comen bien el primer día que llega el aporte estatal. El resto de los 29 días tienen que reducir los alimentos para que alcance hasta el próximo desembolso del Plan Solidario. Pero, ahora que la ayuda no llega en el tiempo programado, la familia no ha tenido más remedio que subir al vertedero de cerro Patacón y buscar algo de “comida”.
La cabeza de la familia Barrigón, quien conversó con este diario, relató que al subir al vertedero de cerro Patacón, pese al riesgo de contagio por el coronavirus, o de cualquier otra enfermedad, va en busca de desperdicios que se convierten en alimentos. También esculca para conseguir aluminio y cobre para vender, así obtiene algo de dinero y compra más víveres para su familia, en estos momentos de pandemia.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
Los padres rebuscan en la basura, seguidos de cerca por la mirada de los buitres. “Ese Patacón ayuda a mucha gente. De allí se saca lo que se puede conseguir para los días que faltan para completar la quincena (o pago del bono solidario)”, comentó el señor, quien antes de la pandemia trabajaba en el sector informal, del que dependen más del 50% de la fuerza laboral del país.
Kuna Nega es una comunidad indígena que comparten las etnias Guna y Emberá-Wounan, junto a pequeños grupos de latinos provenientes del corregimiento de Curundú y la provincia de Darién. Son 141 casas construidas de cinc o madera, donde casi nadie usa mascarilla. Unos pocos residentes han conservado su trabajo desde que llegó la pandemia, en marzo de 2020.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
La difícil situación económica que vive la familia Barrigón, retrata el paisaje de la comunidad de Kuna Nega y de muchos hogares panameños, según revela una encuesta del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), elaborada por Ditcher and Neira, para conocer la situación de las familias con niños y adolescentes durante la enfermedad de la pandemia del covid-19 en Panamá.
El 77% de los hogares encuestados sufrió pérdidas totales o parciales de sus ingresos, como consecuencia de la pandemia del covid-19.
El documento elaborado para identificar las principales privaciones que experimenta este grupo poblacional, establece que 9 de 10 (89%) de los hogares más vulnerables han visto sus ingresos reducirse.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
Se trata de hogares que antes de la pandemia del covid-19 recibían ingresos por debajo de los $400 mensuales y que al enfrentar a este enemigo, en condiciones de vulnerabilidad, están experimentando una situación crítica al ser golpeados más duramente que otras familias, debido a la pérdida de ingresos por la medida de cuarentena total. Una cuarentena que ya roza los cinco meses.
Como consecuencia, una de cada dos de esas familias que estaban en condiciones de pobreza, por tener bajos recursos, ya no cuenta con los medios económicos mínimos para atender las necesidades básicas.
La encuesta revela que la alimentación de este grupo poblacional se ha visto seriamente afectada por la reducción de ingresos en los hogares, debido a que dos de tres hogares con ingresos familiares por debajo de los $400 mensuales tienen menos alimentos de lo habitual.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
El 68% de los hogares con menores ingresos declaró que su dieta ha desmejorado en cantidad y tipo, es decir, que si antes de la pandemia recibían tres comidas diarias, ahora pueden ser dos, una o ninguna. Y si antes comían pollo, carne o pescado, como proteína principal, ahora sustituyen con un huevo o una sardina.
La situación incide significativamente en la niñez, cuya buena nutrición es vital para el crecimiento, desarrollo y aprendizaje. La mala nutrición compromete el futuro de los infantes y atenta contra las posibilidades de los niños y adolescentes de crecer y desarrollarse de forma integral y productiva.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
Según el documento, menos de la mitad de los hogares encuestados ha recibido algún tipo de ayuda para enfrentar los impactos de la pandemia. Es decir, que las políticas implementadas por el gobierno no han logrado cubrir las necesidades de los más vulnerables.
Este instrumento de medición realizado a través de una encuesta telefónica de hogares, donde se realizaron mil llamadas en diez provincias del país, entre el 26 de mayo y el 9 de junio y con un margen de error del 3.1%, determinó que los más pobres han sido los más afectados por la pandemia del covid-19.
Debido a la baja penetración telefónica, la encuesta no pudo aplicarse en las comarcas y en la provincia de Darién, las zonas más empobrecidas del país.
Kyungsun Kim, representante de Unicef en Panamá, reconoce que las brechas podrían ser más graves de haberse incluido las comarcas y la provincia de Darién.
“Las dificultades económicas y las afectaciones en los niños y adolescentes son preocupantes”, agregó la representante de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
Educación
La pandemia del covid-19 también ha incidido en la calidad de la educación que varía en atención a los niveles socio-económicos de los hogares. Cinco de cada diez niños y adolescentes recibieron educación a distancia. La proporción es menor en hogares de menores ingresos.
En las escuelas oficiales se usan más la radio, la televisión o el envío de material por Whatsapp, que son métodos menos interactivos de educación a distancia, mientras que las particulares utilizan plataformas virtuales como Zoom, que permiten la interacción con docentes.
La muestra también evidenció barreras en la atención de salud de las mujeres gestantes y de los niños en sus primeros mil días. Uno de cada cinco hogares requirió atención médica en el último mes. El 19% no pudo acceder al servicio de salud y un 26% experimentó retrasos en terapia, tratamientos, cirugías y control prenatal.
La pobreza extrema se dibuja en el rostro de los niños en tiempos de pandemia
La encuesta es la primera evidencia rigurosa que muestra el impacto de la pandemia en una porción importante de la sociedad panameña, en los niños y adolescentes.
Para el economista Juan Jované, los datos son alarmantes. Los bajos ingresos están afectando el derecho a la alimentación de los niños y adolescentes. Pero, además, la reducción de la nutrición incidirá en un menor aprovechamiento de la educación. “Existe una honda preocupación sobre la formación laboral de la generación covid-19, porque si cae la alimentación, el capital humano no se formará adecuadamente”, advierte el economista.
“Hay que hacer más, mejor y a mayor velocidad… Es imperativo contribuir para minimizar los impactos socioeconómicos en los niños y sus familias. Es nuestro futuro y presente”, concluyó Kyungsun Kim.
En Panamá, 453,837 niños y adolescentes son pobres, un flagelo social que compromete el futuro de los infantes y atenta contra sus posibilidades de crecer y desarrollarse de forma integral y productiva.
LO QUE SE ESPERA
El nuevo coronavirus amenaza con aumentar la destrucción aguda en las zonas más vulnerables del país. Evitar este escenario es un reto para los organismos competentes. Unicef propone las siguientes recomendaciones:
| Fortalecer los programas de protección social para mitigar los impactos económicos de la crisis durante la pandemia, a través de transferencias de dinero.
| Monitorear el estado nutricional de los niños y adolescentes e implementar programas de protección enfocados en evitar la malnutrición durante y después de la pandemia.
| Continuar con las intervenciones de salud críticas, como los servicios materno-infantiles, y facilitar el acceso a niños.
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