El uso del lenguaje discriminatorio, una problemática que persiste en la sociedad
Lenguaje discriminatorio problemática que persiste
Expertos hablan del origen y analizan las causas de este hecho. Además, brindan consejos para erradicar estos conceptos erróneos de los imaginarios de la población
“He sido discriminado en varias ocasiones. Me ha ocurrido en establecimientos públicos y privados, incluso en el transporte colectivo.
Recuerdo que una vez fui a un banco y me dijeron: ‘déjenlo pasar que hay que darles preferencia a los inválidos’, y les dije: ‘no soy inválido, soy una persona que tiene una discapacidad física’.
Considero que se necesita hacer más docencia en los hogares, en las escuelas y en los medios de comunicación”, expresa Gertrudis Ortega, paratleta ganador de la medalla de bronce en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019.
Las personas que se ven sujetas a situaciones de discriminación pueden desarrollar estrés, ansiedad, incluso cuadros clínicos más graves.
Utilizar términos como: discapacitado, minusválido o sordo no son correctos. En ese sentido, la Universidad de Alicante, en España, publicó en su página web el uso adecuado y ético del lenguaje que se debe emplear hacia las personas con discapacidad que son: persona con discapacidad motriz, persona con discapacidad auditiva, persona con discapacidad visual, persona con discapacidad intelectual y persona con discapacidad psicosocial. Las demás terminologías empleadas son erróneas.
Un hecho es que, en la actualidad, el mal uso del lenguaje es empleado no solo en Panamá, sino en el mundo entero, donde dependiendo de la idiosincrasia de la población, la misma puede llegar a expresarse de manera despectiva hacia otros grupos a los que ellos califiquen como “inferiores” de acuerdo con sus creencias.
José Lasso, sociólogo, comenta que la utilización del lenguaje discriminatorio es el resultado de la construcción de los imaginarios sociales de un conjunto de personas que se han visto influenciadas a lo largo de la historia por ideologías de extrema derecha, donde la visión es la clasificación.
“Esos pensamientos plasman distinciones discriminatorias entre las personas. Además, se mezclan con visiones religiosas estableciendo roles esperados por las agrupaciones.
También fijan argumentos sobre la raza superior que proceden de esas visiones exageradas”, explica.
Lasso sostiene que hoy muchas personas reproducen en los lenguajes de la vida cotidiana estos discursos y muchas veces logran legitimarse.
“Emplean expresiones como: ‘hay que mejorar la raza‘, ‘aquí trabajando como negro para vivir como blanco‘, declaraciones de grupos que llaman: ‘indio o cholo‘ a quienes desconocen algo, son manifestaciones discriminantes que han estado en nuestro día a día constantemente”, asegura.
Jembell Chifundo, de la Fundación Contra-Peso, es activista por los derechos de las personas con discapacidad y los afrodescendientes, coincide con la premisa de Lasso en que hoy se mantienen en los imaginarios de la sociedad panameña, la discriminación hacia los diversos grupos, donde se establecen fuertes cuestionamientos hacia la diversidad.
Especialistas afirman que los grupos que más se ven afectados en el campo del mal uso del lenguaje son las personas con discapacidad y distintas etnias.
“En este país impera la costumbre de asociar la raza negra con situaciones malas. Hemos escuchado a muchos decir frases como: ‘tienes el corazón negro’ o ‘tenía que ser negro’, comenta.
La joven reconoce que no es un secreto que, en la actualidad, las personas con discapacidad también son segregadas de la mayoría de las oportunidades y espacios de participación social. “Estas formas de exclusión y barreras son producto de los mitos, prejuicios y temores que anidan en el mundo”.
“Las personas con discapacidad y los afrodescendientes debemos esforzarnos el quíntuple para acceder a diferentes espacios e incluso tenemos que fingir nuestra verdadera esencia, alisando nuestro cabello; hoy me niego a callar, aunque a veces tenga que incomodar porque entiendo el peso de mis luchas, y también sé que como hemos apostado tan poco a la inteligencia emocional, quizás otros no tengan la capacidad de resiliencia que tuve yo para enfrentar las discriminaciones”, puntualiza.
Pese a este escenario, el sociólogo afirma que hoy muchos países han entendido la importancia del respeto a los derechos de todos los ciudadanos, han ajustado sus instituciones, y los modelos en los medios de comunicación han logrado introducir el lenguaje inclusivo, condenando en muchos espacios la aplicación del lenguaje discriminatorio.
“Es importante difundir el lenguaje inclusivo para ir cambiando la dinámica social y entender que se deben respetar los derechos de todas las personas, pero aún queda mucho trabajo por hacer”.
Lo que hay detrás
“La cultura de los pueblos la representa su lenguaje, que se utiliza como medio de comunicación.
La lengua se encarga de reproducir los prejuicios de esa cultura, por lo tanto, dependiendo del uso que se haga del idioma se va a ubicar a las personas dentro del campo de los escogidos o dentro de los marginados.
Así aparece la discriminación”, sostiene Arysteides Turpana, profesor de lingüística general, sociolingüística y psicolingüística.
Turpana aclara que la discriminación, per se, no está en el lenguaje, sino en el uso que se hace de él y que se encuentra en la mente de las personas.
“Si dejamos aparte el uso discriminatorio del lenguaje estaríamos enriqueciendo nuestro entorno, ya que ello empujará nuestra imaginación a ir en búsqueda de nuevas formas de expresiones y, con ello, se contribuiría con la transformación del mundo en que vivimos”, resalta.
El docente registra que una de las primeras víctimas de la discriminación, dentro del campo del lenguaje, son las personas con discapacidad y las personas de distintas etnias.
“El lenguaje puede ser utilizado para revitalizar la discriminación de una cultura determinada. Por ejemplo, con expresiones como: ‘indio paloma y gato, animal ingrato’; ‘me ves cara de indio’ o ‘no llevo argolla en la nariz’ denotan que, en nuestros esquemas mentales, percibimos a las personas de otras culturas en un plano inferior”, precisa.
El experto en lingüística subraya que la utilización de palabras como: “incapacitado, minusválido, inválido, lisiado”, son adjetivos calificativos que promueven la caracterización de las personas con discapacidad, mediante connotaciones que remarcan la supuesta “inferioridad” y dependencia hacia los demás.
Para que esta práctica se suprima, el profesor considera que se debe reforzar en el campo de la educación la difusión de terminologías correctas.
“El uso del lenguaje discriminatorio, que se emplea en Panamá, contra los diversos grupos ha ido en retroceso, pero hay que tener en cuenta que esta es una herencia cultural que nos dejó el coloniaje español, y la tenemos desde hace más de 500 años”, específica.
Otras dimensiones
Aunque en párrafos anteriores los especialistas solo han mencionado la aplicación del lenguaje discriminatorio hacia las personas con discapacidad y grupos étnicos, expertos reconocen que la comunidad LGBTIQ+ no escapa de los atajos de la sociedad.
“Desde los 15 años inicié mi proceso como transgénero; en ese entonces vivía en un barrio popular donde sufrí muchas burlas e insultos.
Tengo una mentalidad fuerte y no dejé que esto me derrumbara”, cuenta Keytlin Rodríguez, maquilladora y estilista profesional, quien lamenta que recientemente un usuario en redes sociales se expresó de una manera despectiva hacia ella y su pareja con quien convive desde hace 10 años.
“Es decepcionante lo que ocurre hoy. Uno no pide que lo acepten, sino que lo respeten. Utilizar términos homofóbicos no solo daña al individuo, sino a la sociedad. Cada uno debe vivir su vida a plenitud siempre y cuando no le haga daño a los demás”.
Luis Ramírez, psicólogo, explica que en la actualidad se emplean lenguajes peyorativos, minimizadores, humillantes o despectivos que laceran al sujeto que los recibe.
“Esto es una mezcla de situaciones, de vulnerabilidad del sujeto que lo sufre y la importancia de quien lo emite. Una persona sometida a este tipo de trato puede desarrollar síntomas de ansiedad, angustia, estrés, depresión, ira, entre otras emociones.
Esto podría desencadenar en otros casos (clínicos) más graves”.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su último informe sobre la discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe describe que, tras siglos de exclusión y dominación, a principios del nuevo milenio los pueblos indígenas, afrolatinos y afrocaribeños presentan los peores indicadores económicos y sociales, y tienen escaso reconocimiento cultural y acceso a instancias decisorias.
Además, la discriminación étnica y racial también está en la base de los sentimientos xenofóbicos en los países de la región.
Para erradicar el uso de segregación en el idioma, el experto en sociolingüística y psicolingüística propone que se construyan modelos de cambios en la educación para que “se cultive una conciencia capaz de ver que existe una estrecha relación entre la lengua y el poder.
Se debe entender que el lenguaje no es inocente”.
Por último, el educador remarca que la academia panameña requiere de una asignatura cuya filosofía se apoye en la sensibilización y capacitación sobre la cultura de las personas con discapacidad y otras agrupaciones, para que “el estudiante panameño aprenda a ser tolerante y respetuoso”.
Noticia: Astrid Chang
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